La diablesa del caos
Todo está determinado. Que su padre y su madre se conocieran, que cierto día hayan coincidido en el intercambio de información genética, llamado sexo coloquialmente, estaba ya escrito. La contingencia no existe. ¿Siente el vértigo? ¿O reniega de esa condición natural? Despidamos al demonio de Laplace; saludemos a la diablesa del caos.
sábado, 25 de agosto de 2012
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